Ningún niño con carencias nutritivas
(Artículo publicado a EL FAR, junio de 2013)
La espiral de problemas sociales que está comportando esta crisis financiera y económica ha llegado a un punto que ninguna administración puede admitir: poner en entredicho el bienestar y el correcto crecimiento de nuestros niños. Aunque no se trata, ni mucho menos, de una situación generalizada, los casos de malnutrición infantil en Catalunya que están denunciando últimamente desde entidades, escuelas y medios de comunicación nos han de poner en alerta máxima para evitar que ningún niño pase hambre.
Y en esta tarea deben implicarse todas las administraciones públicas. Cuando el presidente de la Generalitat, Artur Mas, dijo hace pocos días que "donde no llegan las escuelas, normalmente llegan los servicios sociales" y "desgraciadamente no tenemos los recursos necesarios para llegar a todas partes", delegó en los ayuntamientos la responsabilidad de cubrir estas carencias.
Es cierto que desde los servicios sociales municipales, y también desde las entidades del tercer sector, se trabaja intensamente para poner remedio a todos los casos en los que exista un riesgo de exclusión social, y aún más si esto afecta a los niños. En Esplugues, y en todo el Baix Llobregat, gracias al Consell Comarcal, se están haciendo más esfuerzos que nunca para cubrir las becas comedor a las familias con más necesidades. Y además, contamos con la colaboración de tres entidades (Cáritas, Cruz Roja y Asociación Cristiana Vida) que gestionan el Programa de Alimentos, muchos de ellos aportados por la ciudadanía de Esplugues, que atiende a unas 400 familias de la ciudad.
Pero también es cierto que sólo desde los ayuntamientos -que ya cubrimos muchos agujeros que no son de nuestra competencia- y desde el voluntariado no se puede resolver un problema tan grave. La Generalitat no puede dejar de actuar en un aspecto tan crucial, por mucho que los recursos sean limitados. Es una cuestión de prioridades, y los derechos de los menores deberían pasar por encima de todo.